martes, 24 de enero de 2012

¡Marditoh roedoreh!

Sí, como decía Jinks... Pero yo no quiero hablaros de los ratones como plaga, si no como animalitos de compañía... ¿pero se puede? dirán algunos, pues sí, y son una muy buena alternativa a otros roedores más habituales en nuestras jaulas.

En las tiendas de animales podemos encontrar ratoncillos, que normalemente se venden como alimento para reptiles (pobrecitos ellos...) y, la verdad es que son realmente baratos.

Yo tengo que confesar que mis primeros ratones los compré precisamente para eso... para alimentar a mi serpiente, pero cada vez que le daba uno se me hacía un nudo en el corazón... Al final, cambié la serpiente por más ratones.



El culpable de todo se llamaba Solomillo. Sí, precisamente por estar destinado en un principio a ser el plato principal de la cena de "Snaky". El nombre se lo puso mi hijo mayor en un buen alarde de humor negro... ya veis... El bicho era muy mono. Hasta entonces sólo había comprado los clásicos ratoncillos blancos de laboratorio, de esos con los ojos rojos. pero un día me dieron uno marroncito, con sus ojitos negros que me miraban rogando que le perdonase la vida... buff, solomillo sabía cómo hacer que nos enamorásemos de él.



Después de que la buena de Snaky se escapase un día de su terrario, con el consecuente soponcio de mi madre, que fue quien la encontró, llegó el ultimatum de mi familia: había que buscarle a la serpiente un nuevo hogar, y así lo hicimos. Solomillo se salvó de ser la cena del reptil. Ni que decir tiene que los niños estaban encantados, se iban a quedar a solomillo como mascota. Pero, claro, era una pena que estuviera tan solito, así que, ya que teníamos un terrario enorme que ahora estaba vacío, pues le compramos tres compañeros: Brie, Roquefort y Cheddar. Así empezó nuestra historia de amor con los ratoncillos.

Poco después llegó Mushka, una hembra... y ¡bingo! la primera camada de roedores llegó a los veinte días justitos de haber metido a la chica en casa. Fue todo un espectáculo verla cómo preparaba el nido junto con Solomillo (presumiblemente, el padre de las criaturas). Yo tuve miedo a eso de que se comieran a las crías... pero la verdad es que no pasó nada de eso, al revés, el papá cuidaba de los peques cuando nacieron y les daba calor mientras la madre se "despejaba un poco". Seis, eran seis, los peques que Solomillo y Mushka trajeron al mundo. La familia feliz: papá ratón, mamá ratona, los ratoncitos y los tíos solteros... El problema es que uno no sabe cuán prolíficos pueden llegar a ser estos bichos hasta que ves que tu recién parida hembra ya está preñada otra vez!!!!. Efectivamente, segunda camada "en el horno"...



Me junté con 26 ratones, ¡ya casi no me quedaban nombres de quesos para ponerles! separé lo entes que pude a las hembras de los machos y paramos "la producción".

Bueno, salvando el control de población natural que hicieron mis gatos con alguna incursión en el terrario, mantuvimos durante mucho tiempo nuestros ratoncillos. Viven unos dos años, más o menos.

Conclusiones: Los ratones son tan buenos o incluso mejores que los hamsters, son mucho más baratos, inteligentes y cariñosos. Verlos criar es una experiencia única para los niños (es rápido, la gestación dura unos 20 días) y no traumática (los ratones no tienen esa afición por comerse a sus propias crías como los hamsters). Puede enseñárseles a hacer muchos trucos divertidos (a ellos les encanta aprender), y son baratos de mantener. Sólo hay que tener en cuenta que, si queremos tener más de uno en la misma jaula es mejor elegir dos hembras, los machos tienden a pelearse entre ellos; y que si decidimos criar, tan pronto nazcan los peques, o incluso algún día antes debemos retirar al macho, no porque vaya a hacerle daño a los pequeños, si no porque ¡las hembras pueden preñarse nada más parir! y puede pasaros lo mismo que a mí...


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